Paciencia

Por las mañanas, mientras Adi, Kiti y Duncan, mis hijos y su amigo americano veían la tele, jugaban a la Play o peleaban, yo, en mi habitación de arriba que también hacía las veces de dormitorio, me ponía a escribir mi novela que en ese momento era “J Solo y la mujer sin rastro”, aunque el working title, como lo llaman los americanos, o sea, el …