Cuando se vacían las playas. Eduardo Iglesias

«Mi nombre es J. Solo. En mi ficha de detective de hace veinte años se especifica que soy de complexión atlética. Me curtí lo justo en los gimnasios, nadé lo imprescindible en las piscinas, y corrí lo necesario por las calles y espacios abovedados. Ahora mi cuerpo está castigado por los años que me han pasado como un bulldozer por encima.
Cada vez que a un coche lo inunda el polvo, los neumáticos se han deshinchado, y las llantas tocan el suelo, me llaman para saber qué ha ocurrido. La misión: encontrar al ocupante del vehículo abandonado.»

Estas vacaciones he leído mucho. He pasado por libros de casi cualquier género porque, al tener más tiempo libre, me gustaba saltar de un tema a otro para no cansarme o que me resultaran previsibles. A este llegué buscando la novela negra que suponía encerraban sus letras, y me confundí. Me topé con uno de los libros que me sorprendieron. Por eso hoy traigo, Cuando se vacían las playas.

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